Lo he intentado todo y ya no me quedan lágrimas para llorar por ti.
(2013).
(2017):
Intentar llorar y no poder.
Estar en la disyuntiva de querer lo mejor para ti
y agarrar con fuerza y no soltar
las ganas de tenerte junto a mi.
Necesitar una transfusión de sangre para olvidarte.
Desgarrar por dentro,
aún más,
lo que ya está desgarrado de tanto quererte.
Y amarte tanto
que pueda ayudarte a marcharte.
Ver cómo cuantificas los besos
y cuan poco te cuesta una despedida.
Percibir que notas mis miradas clavadas
y cómo haces como que no.
Ver cómo juegas a la normalidad... y entenderlo.
Porque yo también jugué a ese juego,
y entiendo el trasfondo y la finalidad,
pero, Cariño, se nos da fatal,
para bien y para mal.
Odiarte por no decirme un "no".
Romperme si lo dijeras.
Y esperar que lo digas
para poder recomponerme.
Y supongo que yo soy el "sí" y el "no",
la decisión y la duda,
el destino y la media vuelta...
o la vuelta entera.
La que se va y la que vuelve,
la única que siempre está,
y la que nunca ha estado.
Lo que aprendí con los años es que
quizá haya cosas que no se deban esperar,
o ya pasaron
o nunca pasarán.