Eres el tipo de persona que huye de las emociones fuertes y yo soy justamente el tipo de persona que corre hacia ellas. Nos encontramos en el medio y estuvo bien, pero para mí fue una hostia buena y una puesta a punto de nuevo y para ti un lugar donde no te querías quedar, ni mucho menos retroceder. Porque seguir huyendo siempre será tu camino y yo no sabría vivir sin lanzarme al abismo contigo.

Que decía Jaime Gil de Biedma que, "que la vida iba en serio, uno lo empieza a comprender más tarde". Y él hablaba de otra cosa pero, a mí me sirve esta frase para darme cuenta de que las oportunidades muchas veces no se repiten, de que lo que no cuidas se apaga y, sobre todo, que dejar de hacer lo que sentimos por miedo sólo nos hace infelices.

Dejarse llevar y hacer lo que sientes no suele ser tan difícil como parece. El miedo puede ser un monstruo que te devore, a ti y a lo que quieres hacer y a las personas que dejas de lado por el camino huyendo no sabes ni de qué ni a dónde. Y el precio a pagar por no saber enfrentarte a las cosas puede llegar a ser muy alto. Eso debería dar más miedo todavía. Y yo no quiero una vida triste por no haber hecho lo que sentía ni morir pensando en cómo sería.

 

"Te has propuesto ponérmelo imposible", me dijiste una vez, porque había recorrido 500km para darte un beso.

Tú también, te has propuesto ponérmelo imposible. Y lo consigues.

Sigo siendo aquel "pibón" que no reconociste por el espejo retrovisor. Yo estaba esperando a verte pasar. Te vi al primer segundo, sin dudar. Qué guapo estabas... Siempre.

Ojalá siguiera siendo yo cada chica del retrovisor, y siguieras queriendo volver a mí en cada confusión.

Ojalá volviera a verte aparecer, con tu moño, con tu polo, con aquella cara de morirte de calor y cansancio, pero sonrisa de alivio al verme. Ojalá otra caricia en mi pierna con una mano mientras conduces con la otra, para decirme, ya estoy aquí, ya estamos juntos, ya es nuestro el tiempo, de los dos.

 

Hay veces que un "lo siento" no sirve, una mirada tierna destroza y estar ahí, sólo estorba.

 

"Empezaron a dejar todo al azar y el azar, nunca, ha tenido compasión por nadie."

                                                                                                                                    Albert Camus

 

Me fui por justicia, porque me lo merecía.

 

Me cuesta la vida... Llorarte.

 

Qué duro, pero qué bonito fue quererte.

Ya no sé si todo lo que he vivido ha sido justo o no. Con tantas cosas, tantos errores, tanto tiempo, he perdido la capacidad de medir y ya no sé lo que valen los momentos hoy en día ni según para quién.

Lo que sí sé, es que revuelvo el café con la calma y la tranquilidad que me da haber hecho las cosas bien.

 

Para quererte sólo necesité un momento, cuánto necesito para olvidarte es algo que aún no tengo resuelto.

Todo depende de la medida que le demos al tiempo: calidad pero también cantidad. Hay veces que el gasto merece la pena, pero si uno de los dos no lo tiene claro, nunca hay tregua.

Todo depende de la medida que le demos al tiempo: barreras o puertas abiertas. Se hace más corto el recorrido según la distancia sea un mensaje o un caro pasaje.

Distancia y tiempo... Qué peligrosa amistad.

Distancia es un problema o algo que una vez derrotó un poema.

Todo depende..., de lo que uno elija, siempre.

 

Entiendes lo que quieres entender. Y ante eso no se puede vencer porque ni siquiera se puede iniciar la batalla, no sirve de nada.

Estás a la defensiva conmigo y no sé por qué. El tema es que no soy yo la que lo tiene que saber. Por aquí todo seguirá igual, puedo seguir sin ti. Y tú sin mí también. La cuestión está en si puedes seguir contigo mismo así. Puedes deshacerte de mí si quieres, no te costará mucho trabajo así, pero no puedes deshacerte de ti. Piénsalo.

 

A veces pienso que de tanto quererte, te he querido mal.

Otras veces recuerdo que tú quisiste poner condiciones al amor. Y eso para cualquiera es una mala opción, pero para una poeta es peor que un mareo después de una mala digestión, peor que la falta de adrenalina en una pésima atracción, la caída del argumento antes de empezar la función, la sensación de pérdida de tiempo absoluta después de intentar arreglar la disputa de algo que no tiene solución...

Porque no se puede debatir un sentimiento, no se puede rebatir un beso a menos que sea con otro beso y a veces hasta con un poco de sexo, o un mucho, eso ya depende.

No se puede medir el sufrimiento, no se puede justificar una caricia, no se elige cómo se mira, el corazón no pregunta antes de palpitar y puedes cuantificar las pulsaciones, pero jamás les pidas que rindan cuando tú quieres porque la cosa no va así.

No se puede fabricar la receta de lo que sabe a ti, y no necesito decirte que los sabores y los olores se pierden con el tiempo y que no se puede resucitar lo muerto.

Y entonces me doy cuenta de que... te he querido bien.

He llorado, he reído, te he besado, me he enfadado, te eché de menos, te quise y te odié a la vez, te miré cuánto podía, te abracé y te acaricié hasta gastar cada minuto, aproveché cada centímetro de tu piel y me deshice cuánto podía y más por ti. Y lo hice cuando debía: cuando lo sentía.

Te he querido bien.

 

No pienso pasarme la vida pidiendo (te) permiso. Y tampoco se trata de que acabes pidiéndomelo tú a mí. Ni tú ni nadie. Si lo que te he dado, sin condiciones, no te ha valido, que sepas que yo no rezo oraciones a nadie. No adoro a dioses en los que no creo, a ideas no palpables, a hechos no demostrables. No soy quien te mendiga, no soy menos que nadie.