miércoles, 28 de febrero de 2018


Y es tan intenso mi vivir, el cómo respiro, que necesito escribir para compensar el peso, de otro modo no podría seguir siendo ligera. Y utilizo la imaginación, utilizo el recuerdo, utilizo la rabia, el enfado, el dolor, el amor, la alegría, el sexo, la pasión, la libido... Escribo con todo lo que soy, lo que fui y lo que aprendo a ser cada día.

Y qué atrevida yo, ¿no? Que digo "utilizo" como si algo de eso me perteneciera. No me pertenezco ni a mí misma. Soy todo eso y no soy nada. Me vacío de historias, de mitos y de emociones y nada más que tengo un cuerpo que me sostiene, que me transporta. Pero al final no soy, sólo estoy. Y por eso escribo. Y cada vez que lo hago, me preparo para que otra nueva historia me invada. Y luego la suelto, la escribo. Me invaden y las suelto, me invaden y las suelto, me invaden y las suelto... Y nunca acaba.

Gracias, palabra. Esa es la prueba que tengo, de que estoy viva.

martes, 13 de febrero de 2018


Te amo. Y eso que cada día me pareces más idiota y más imbécil, pero, aun así, te amo. Y te juro por mi vida que haré todo lo posible por olvidarte. Y, a menos que, por un milagro, de repente empieces a merecer todo el amor que te he tenido y que te tengo, te juro que lo conseguiré.

Pero antes de ello, ojalá me ames como no amaste a nadie en tu vida. Y después me iré. Y se quedarán contigo las ganas, mi voz, las melodías, la lluvia, el gris de los días, la naturaleza del invierno y todas las cosas cotidianas en las que nos hemos querido tanto.

Y ojalá te invadan las ganas de robarme un beso, de apartar de un plumazo con la mirada y la palabra, al hombre que me haga temblar y erizar la piel. Y ojalá te invada la rabia cuando caliente el sol hasta que te agote por haberme dejado marchar, y la tristeza cuando la lluvia caiga más fuerte que nunca del otro lado de la ventana. Y recuerdes por qué nos gustaba tanto. Y te invada mi imagen en tu cabeza en cada cosa que vivas, que hagas, que pienses, que sientas o que respires.

Y ojalá sea lo que tanto odias lo que al final más desees: mirar el móvil a todas horas para ver si te he llamado. Y confundas el sonido del despertador con una llamada mía y odies el día que te espera después de comprobar que no. Y que no. Y que no. Y que no. Y otra vez. Y otra vez. Y otra vez.

Y ojalá sonrías como un tonto, o como un loco, cuando recuerdes cualquier momento de risa conmigo. Y ojalá te sorprendas cantando solo por la calle y que los demás te miren raro. Y ojalá te parezca verme entre la gente y te tengas que girar dos veces para ver si era yo. Y te de un vuelco el corazón. Y ojalá te levantes a las tres de la mañana para escribir lo que no te atreves a decirme, para escribirme, para describirme. Y ojalá te sorprendas hablando solo delante del espejo, meditando en todo lo que me dirías.

Y ojalá te pueda la ansiedad solo de pensar en verme. Y ojalá te vuelvas patoso, tartamudees y sudes cuando, por un milagro, tengas la oportunidad de tenerme delante. Y ojalá deambules por las calles como un alma en pena por faltarte la valentía de decirme un TE AMO. Y ojalá te atrevas.

Ojalá.

Y yo te olvidaré. Lo juro. Te lo juro. Porque igual que te amo puedo odiarte. Y, de hecho, de momento ya detesto tu estupidez.

domingo, 4 de febrero de 2018


Si no quieres escuchar de mi boca un "te quiero", te lo diré hasta que te exploten los oídos.