lunes, 16 de noviembre de 2020

 

Pensé que sacar a alguien de mi vida a todos los efectos (fuera número de teléfono, fuera redes sociales, fuera contacto) sería duro. Y lo es. Pero más duro es que sea en silencio y despacio.

Te dolerá, te lo aseguro, te dolerá, y a mí también, cuando compruebes que tú no me has llamado pero yo a ti tampoco. Cuando con el paso del tiempo comprendas el error y ya no tenga arreglo, no porque yo no quiera, sino porque un silencio aterrador y un frío "¿qué tal?" ya no tengan sentido entre los dos. Cuando mi vida haya seguido sin ti y perfectamente y me haya dado cuenta de que hoy ya no encajas, de que sólo eres pasado. Y seguirás ahí, en mi agenda, pero los dos sabremos que no tiene sentido.

Es como quitar una tirita rápido y de golpe o despacio y tirando de los pelos. Yo suelo preferir la primera opción, porque la primera puede parecer drástica pero la segunda es triste. Y yo nunca fui de achantarme ante lo drástico, pero esta vez la tristeza ya venía de antes, la tirita ya duele antes de arrancarla. No había cerrado la herida y parecía que tú la curabas pero sólo la hundiste más.

Has intentado que yo no arrancase la tirita de golpe y lo has conseguido. Ahora dime, ¿qué harás para que no duela el proceso? ¿Lo evitarás? ¿Evitarás ese proceso? Lo creeré cuando lo vea.

Cuanto más pasa el tiempo, cuanto más se enfría el champán en la nevera, más se entristece la copa y menos sentido tendrá.


sábado, 28 de marzo de 2020


Tiene la sabiduría de un viejo y la ilusión de un niño, y no es ni uno ni otro.

Por eso escucha donde los demás no escuchan, observa lo que para el resto pasa desapercibido, puede parecer que no comprende (sólo para los que de verdad no comprenden) pero siempre trasciende. Disfruta donde los demás no, se para donde los otros apuran y casi nunca se preocupa, se ocupa.

Si aun no sabes quién es, sal a la calle y observa, escucha.

Puede estar parado en el lateral de una carrera, siempre en la barrera. Puede que lo encuentres cuando se calma la ciudad al mediodía, recogiendo sus cosas, aunque él no utiliza reloj. O puede que lo encuentres rompiendo el silencio de una calle debajo de una farola, cuando cae la noche, cuando los ajenos se refugian en sus casas, cuando solo unos pocos, por casualidad, descubren el privilegio de escucharlo. Y ese momento es como encontrar una perla.

En cualquier caso, lo oirás a lo lejos si vas atento.

A veces vas a buscarlo y no lo encuentras, no depende de ti, ni de él, es sólo serendipia, magia, vida.

No soy nadie para dar consejos, lejos estoy de tener la sabiduría de una vieja y la ilusión de una niña, así, todo junto, en equilibrio y armonía, pero quizá todo iría mejor si persigues ese sonido, te paras y disfrutas, mientras el mundo sigue girando..., sin sentido.

(Solución: el músico callejero)

Gracias por tanto, Andrey.