martes, 19 de agosto de 2025

 
Y SIN EMBARGO

Ya lo dijo Sabina: “No puedo enamorarme de ti”. “Y sin embargo” yo me empeñé, “19 días y 500 noches” en visitarte “por el boulevard de los sueños rotos” y “lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks.” “Si es para hacerme daño, sé lo que me conviene, he defraudado a todos, empezando por mí.”

“De pronto me vi como un perro de nadie ladrar a las puertas del cielo”, me dejaste “un neceser con agravios, la miel en los labios y escarcha en el pelo. Me abandonaste “como se abandonan los zapatos viejos”, destrozaste “el cristal de mis gafas de lejos” y sacaste “del espejo tu vivo retrato. (…) Qué pena tan grande, me negaría el santo sacramento en el mismo momento que usted me lo mande.”

“Fue en un pueblo sin mar, una noche después de un concierto (…): “cántame una canción al oído y te pongo un cubata.” “Con una condición, que me dejes abierto el balcón de tus ojos de gata”. Loco por conocer los secretos de mi dormitorio, esa noche cantaste al piano del amanecer todo tu repertorio.” “Era una noche cualquiera, puede ser que fuera 13, qué más da, pudiera ser que fuera martes, sólo sé que algunas veces, cuando menos te lo esperas, el diablo va y se pone de tu parte.” “Yo me dije: “cuidado chavala, te estás enamorando.” Luego todo pasó de repente, mi dedo en tu espalda dibujó un corazón y tu mano le correspondió debajo de mi falda.” 

“Al llegar al portal nos buscamos como dos estudiantes en celo, un piso antes del séptimo cielo se abrió el ascensor. (…) No faltó ni el desfile de moda de ropa interior.” Te dije “en mi casa no hay nada prohibido, pero no vayas a enamorarte, con el alba tendrás que marcharte para no volver, olvidando que me has conocido, que una vez estuviste en mi cama, hay caprichos de amor que una dama no debe tener.” “Y después, para qué más detalles, ya sabéis, copas, risas, excesos, cómo van a caber tantos versos en una canción.” Y no sabes si soñaste o era mía “la ardiente voz que te iba diciendo al oído: “Me moría de ganas querido, de verte otra vez.”” “Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres, y desnudos al anochecer nos encontró la luna.”

“Me lo dije mil veces, más nunca quise poner atención, cuando vinieron los llantos ya estabas muy dentro de mi corazón. Te esperaba hasta muy tarde, ningún reproche te hacía, lo más que te preguntaba, era que si me querías. Y bajo tus besos, por la madrugá´, sin que tú notaras la cruz de mi angustia, solía cantar: te quiero más que a mis ojos, te quiero más que a mi vida, más que al aire que respiro y más que a la madre mía. Que se me paren los pulsos si te dejo de querer, que las campanas me doblen si te falto alguna vez. Y eres mi vida y mi muerte, te lo juro compañero, no debía de quererte, no debía de quererte, y sin embargo... TE QUIERO.”

Y “ahora qué” … “Ahora que nos besamos tan despacio, ahora que aprendo bailes de salón (…) ahora que te doctoro en lencería, que te desnudo y me desnudas y en la estación de las dudas, muere un tren de cercanías. Ahora que nos quedamos en la cama, lunes, martes y fiestas de guardar (…) ahora que me perfumo cada día, que sin saber hemos sabido, querernos como es debido, sin querernos todavía. (…) Ahora que casi siempre tengo ganas, de trepar a tu ventana y quitarme el antifaz. Ahora que los sentidos sienten sin miedo, ahora que me despido, pero me quedo, ahora que tocan los ojos, que miran las bocas, que gritan los dedos, “con la frente marchita”, “con agüita del mar andaluz, quise yo enamorarte, pero tú no querías más amor que el del río de la plata. (…) Y sonó entre tú y yo el silbato del tren.” “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.”

Ahora lo niegas todo, “aquellos polvos y estos lodos, incluso la verdad”. “No sabía que la primavera duraba un segundo, yo solo quería escribir la canción más hermosa del mundo. (…) Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera, si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera. (…) Olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo, nunca pude cantar de un tirón la canción de las babas del mar, del relámpago en vena, de las lágrimas para llorar cuando valga la pena (…) yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.”

Con su permiso, maestro, “¡Quién me ha robado el mes de octubre!”. “En la posada del fracaso, donde no hay consuelo ni ascensor, el desamparo y la humedad comparten colchón. Y cuando por la calle pasa la vida como un huracán, el hombre del traje gris saca un sucio calendario del bolsillo y grita: Quién me ha robado el mes de octubre, cómo pudo sucederme a mí, quién me ha robado el mes de octubre, lo guardaba en el cajón donde guardo el corazón.”

Ni “tan joven ni tan viejo”, para mí eras perfecto, aunque tú te empeñabas en hablar de “cuando era(s) más joven” poniendo condiciones por lo que restan dos números que para mí no hacían más que sumar. Posiblemente una cosa sí fuera verdad, que “buscaba(s) placer engañando al dolor, dormía(s) del tirón cada vez que encontraba(s) una cama (…) Y una vez me dijiste “¿Te vienes conmigo? Y contesté que sí.”

Y ahora “así estoy yo sin ti”, “extraña como un pato en el Manzanares, torpe como un suicida sin vocación, absurda como un belga por soleares, vacía como La Isla sin Camarón. Oscura como un túnel sin tren expreso, negra como los ángeles de Machín, febril como la carta de amor de un preso, así estoy yo, sin ti.”

Cuanto me gustaba bailar contigo al son de “peces de ciudad”, “desafiando el oleaje sin timón ni timonel (…) ligero de equipaje (…) mi corazón de viaje, luciendo los tatuajes de un pasado bucanero, de un velero al abordaje de un no te quiero querer.” “Cuántas veces hubiera dado la vida entera porque tú me pidieras llevarte el equipaje.” Espero no tener que decirte: “ahora es demasiado tarde, princesa.” Supongo que “no quieres probar” a que “un hombre, algo más, un amante discreto, se atreva a perderte el respeto.” Y “sabes mejor que yo que hasta los huesos, sólo calan los besos que no han dado los labios del pecado.”

Ahora tengo ganas de colgar el cartel de “cerrado por derribo” porque “este bálsamo no cura cicatrices, esta rumbita no sabe enamorar, este rosario de cuentas infelices calla más de lo que dice, pero dice la verdad.” Tenemos “esta forma tan cobarde de decirnos que no” y me tiene en vilo “este contigo, este sin ti tan amargo, este reloj de arena del arenal, esta huelga de besos, este letargo.” Sabes que “estos ojos no miden ni comparan, ni se olvidan de tu cara ni se acuerdan de tu cruz.”. Tengo que pedirte que “no abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón, tan maltrecho y ajado” aunque sé que posiblemente estos no “son los últimos versos que te escribo”. Eso sí, podemos “decir: ¡con Dios! A los dos nos sobran los motivos”.

No llevo “medias negras” ni “bufanda a cuadros” ni “minifalda azul” pero Cariño, si quieres, “recaliento una sopa con vino tinto, pan y salchichón, a la segunda copa qué hacemos con la ropa” y tú, que nunca tuviste más religión que un cuerpo de mujer, del cuello de una nube te puedes colgar y cantaremos juntos “llevaba medias negras, la conocí en la estación”.

Peor para el sol, que se mete a las siete en la cuna del mar a roncar” mientras me levantas la falda y me llevas a la luna. Nunca me gustó “invertir en quimeras” pero “me han traído hasta aquí tus caderas” y también tu corazón. “Huyendo del frío busqué en las rebajas de enero y hallé un moreno bajito que no estaba mal”. “Cansada de tanto esperar el amor verdadero” me “dio por poner un anuncio en la prensa local: “absténganse brutos y obsesos en busca de orgasmo.”” Me dijiste “te puedo dar todo” y “nos vimos tres veces y la cuarta te viniste a dormir. Apenas llegaste te instalaste para siempre en mi vida, no hay nada mejor que encontrar un amor a medida.” Pero nos faltaron “las historias de celos”, las “historias de gritos y besos, de azúcar y sal”, el piso en Atocha, que pasaran los años, la estufa, los gatos y la tele en color.

Como el “pirata cojo” “no soy una fulana con la lágrima fácil, de esas que se quejan solo por vicio. Si la vida se deja yo le meto mano y sino aún me excita mi oficio. Y como, además, sale gratis soñar y no creo en la reencarnación, con un poco de imaginación partiré de viaje enseguida, a vivir otras vidas, a probarme otros nombres, a colarme en el traje y la piel de todas las mujeres que nunca seré.” Pero tú, cariño, tendrás que tomarte “pastillas para no soñar”. Fundaste “un hogar en el que nunca reina más rey que la seguridad” pero pruebas “los licores del placer”, no evitas “el humo de los clubs” ni te vacunas “contra el azar” ni “dejas pasar la tentación”. “Si protesta el corazón, en la farmacia puedes preguntar, “señorita por favor, ¿tienen pastillas para no soñar?”

De momento, si pasas por mi barrio, mi amor, “vivo en el número siete, calle melancolía, quiero mudarme hace años al barrio de la alegría, pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía y en la escalera me siento a silbar mi melodía.” “Como quien viaja a lomos de una yegua sombría, por la ciudad camino, no preguntéis a dónde, busco acaso un encuentro que me ilumine el día y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.” “Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido, que viene de la noche y va a ninguna parte, así mis pies descienden la cuesta del olvido, fatigados de tanto andar sin encontrarte. Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo, ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama, me enfado con las sombras que pueblan los pasillos y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama. Trepo por tu recuerdo como una enredadera que no encuentra ventanas donde agarrarse (…) si quieres encontrarme ya sabes dónde estoy. Vivo en el número siete…”

“Que gane el quiero la guerra del puedo (...), que el fin del mundo te (nos) pille bailando (...), que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel. (...) Que las verdades no tengan complejos (...), que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena.

Piensa que “este virus no muere ni nos mata” ni tampoco “esta amnesia en el cielo del paladar”. Y “lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí. Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres, porque el amor, cuando no muere mata, porque amores que matan, nunca mueren.” Y “no miento si juro que daría por ti la vida entera, por ti, la vida entera.”

Basado en versos de Sabina y la copla "Y sin embargo te quiero" de Antonio Quintero, Rafael de León y Manuel Quiroga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario